Hace poco estuvimos de fin de semana al norte de York. Ya os lo contamos en un post. Una de las regiones más bonitas de Inglaterra.
Desde luego, visitamos la abadía de Rievaulx y merecía la pena hacer un post para hablar de esta grandiosidad en exclusiva.
Antes de empezar mencionar que a pocos metros de la abadía se encuentran los templos de la terraza de Rievaulx. Los mencionaremos brevemente después, pero vale la pena visitarlos ya que estamos por ahí.
De momento, un poco de historia antes de ir a la visita.
Historia de la Abadía de Rievaulx
La visita
La verdad es que ver ese edificio desde lo lejos rodeado únicamente de naturaleza (y un par de casas), impresiona.
Pero es que según te vas acercando y la iglesia se hace cada vez más y más grande, cuando te das cuenta de la magnitud de las ruinas.
Solo de pensar que en su apogeo había 72 edificios…
Pocos quedan en pie, si has leído la historia sabrás que muchos fueron desmantelados.
La entrada a la abadía de Rievaulx cuesta £8.50 (precio 2017). Pero si tienes el pase de English Heritage todo te sale gratis.
Es una de las cosas que recomiendo. Compras el pase (o te haces miembro) de English Heritage y el dinero que te ahorras es mucho.
Lo recuperas con 3 o 4 visitas al año y tiene cientos de edificios y lugares históricos por Inglaterra.
Pero a lo que iba. Si tienes hambre en la entrada hay una cafetería. El pastel de zanahoria muy bueno.
Las ruinas constan de 3 ruinas principales y después un pequeño museo.
El claustro.
Nos costó un poco encontrar como entrar aquí. La entrada está en un lateral. Una puerta muy pequeña que da acceso a una sala de 42m cuadrados.
El claustro es uno de los edificios circencienses más grandes de Reino Unido.
No te preocupes, todo está marcado para que se sepas que es qué.
Los monjes utilizan este recinto para leer y acceder al resto de los edificios. Parece ser que todos estaban conectados en cierta manera con esta sala.
Dentro vas a poder encontrar además la cocina o el salón de día.
Bueno, la cocina es fácil. Aún se pueden ver las piedras ennegrecidas donde hacían el fuego.
La enfermería
Aquí aproveché a meter miedo a Jessica.
Poneos en la situación. Se hacía de noche y estaba ya casi oscurito.
No hay nada alrededor, estás en plena naturaleza y quedan pocos visitantes por la hora que es.
Momento de decir:
Con la cantidad de monjes que acudía a esta enfermería muchos debieron de morir aquí. ¿Seguirán sus espíritus por aquí?
Bromas aparte. 🙂
La enfermería también era donde se hospedaban los monjes más veteranos. Lo que es más alucinante, esta tenía su propio claustro para que los veteranos no tuvieran que andar hasta el principal.
La iglesia de la abadía
Y para lo último dejo la Iglesia.
Un edificio impresionante. Fue al primer sitio donde fuimos, y el último. Le dije a Jessica que quería volver.
Unas arcadas enormes teñidas de verde por la naturaleza y unos ventanales que dejan entrar los rayos del sol. Te deja sin respiración.
Pensad en una catedral que hayáis estado últimamente. Quítala los cristales. Destruye alguna pared. Trasládala a mitad de un bosque.
Y deja que la naturaleza haga su trabajo en 500 años.
Te sientes muy pequeño cuando miras arriba.
El museo de las instalaciones
Para finalizar la visita nos dirigimos a un museo (o más bien sala de exposiciones) donde se muestran lo encontrado en las excavaciones.
La entrada está incluida en el precio.
Así que mientras Jessica disfrutaba de la historia (recordad que es historiadora). Yo me relajaba con Beltza mientras sonaban cantos de monjes en los altavoces.
Si, con Beltza. Porque los perritos son bienvenidos en este lugar.